mayo 14, 2024

La inusual metamorfosis de Bruce Brown

En su estudio de la temporada de los Knicks Kike García mencionaba de Julius Randle que frecuentemente encasillamos a los jugadores y que en otras palabras un error. Puesto que, como los individuos, permanecen sujetos a padecer cambios y evoluciones. Esta misma temporada hemos asistido a un cambio drástico en Zion Williamson y su absorción de balón. Lo mismo que Giannis Antetokounmpo en dirección contraria. Volviendo a Nueva York, nada tiene que ver el presente Rose con el que ha sido el MVP más muchacho de la historia que, pese a la merma de las heridas, todavía es un jugador diferencial de manera del todo distinta a la de entonces.

Todos, y con ellos la más grande parte de jugadores que alteran su juego notablemente, comparten algo más que sus evoluciones: el protagonismo. Randle, Zion, Giannis o Rose son jugadores de alto peso creativo así sea para anotar o crear juego para lo demás. Sumar capacidad de bote es frecuentemente el primer paso para abrir las puertas del resto de facetas que conducen a ser un jugador total. La infinita confianza que provee tener el balón en las manos sin que cunda el pánico alrededor le da al jugador cierta carta blanca para la improvisación, de la que nace el cambio y desarrollo técnico hacia el control de diversas situaciones.

Por esto es muchísimo más habitual mirar estas reconversiones en jugadores en los cuales se atisba potencial de estrella. Bruce Brown obviamente no forma parte de este conjunto de privilegiados. Por cierto, una vez que Detroit le elige en el número 42 del Draft de 2018 se esperaba que con suerte fuese un jugador de rotación potable. Un base de dirección de juego y penetración aseado, sin embargo sin aspiraciones. Las situaciones de la vida le han llevado a ser el alero titular del preferencial al anillo a lo extenso de las semifinales de la conferencia. Casi nada.

Ruta elección al cambio

Lo interesante aquí es el camino que ha seguido su juego para ajustarse a las necesidades de los Nets. De forma plenamente opuesta a los casos expuestos, el repertorio técnico de Brown básicamente ha defenestrado el bote. Y, por si fuera poco, disminuyendo sus intentos de 3 a la mitad. El ahora combo guard se convirtió en un gran intérprete sin balón, habilitándose constantemente en distancias medias que las recientes defensas tiendan a poblar poco. a partir de unos pasos por delante del tiro independiente es donde Brown constantemente habilita su último fomento, que ocasionalmente no llega en carrera, así sea bandeja o floater.

En cifras de NBAStats, Brown ha pasado de promediar 8,5 penetraciones con bote el año pasado a 1,8 a lo largo de la presente temporada. El curso pasado tocaba el balón 55,9 veces por partido a razón de 4,53 segundos cada uno y usando una media 4,12 botes cada vez que contactaba con el cuero. Sus números de regular este año son 39,6 toques, 2,16 segundos y 1,38 botes. Datos que reflejan a la perfección dicha regresión en su juego con el esférico, aun cuando su anotación solo haya descendido 0,1 puntos de vista por partido.

El tercer partido de la serie que en la actualidad disputan Nets y Bucks es el mayor ejemplo de lo cual puede dar el nuevo Brown. A lo largo de el primer cuarto —en realidad a lo largo de la mayor parte del partido— la custodia de Milwaukee logró atosigar las ocupaciones en aclarado de Kevin Durant y Kyrie Irving, que terminaron precipitando una gigantesca proporción de ocupaciones. Los once aspectos anotados en aquel primer lapso por los Nets son el peor dato que han registrado en toda la temporada.

Sorprendentemente, los neoyorquinos han conseguido desahogar el juego en el segundo cuarto usando como primordial recurso el pick-and-roll con Bruce Brown poniendo la pantalla y continuando hacia su región predilecta. Con esta fácil sucesión Brown se se dirigió a los 10 puntos de vista anotando 5 de los 6 tiros que hizo en el cuarto, fracasando sólo un triple. ha sido además el segmento en que los Nets más asistencias repartieron, efecto de las líneas de pase que permite su sabiduría sin balón.

Esta metamorfosis total de su juego es inusual a diversos niveles. Primero, pues los jugadores secundarios que renuncian a cierta cuota de balón acostumbran realizarlo con el objetivo de llevar a cabo más triples y abrir la pista. Allí está el claro ejemplo de Brook López, que sustituyó su juego en el poste por tiros A partir de más allá del arco. Y en segundo sitio, por cómo reinventa los bloqueos sobre manejador en los cuales la pantalla la pone un jugador diminuto.

Comúnmente esta clase de actividades se usan como una forma encubierta de aclarado. El poseedor obtiene un bloqueo de un jugador diminuto para ocasionar el cambio de emparejamiento defensivo y atacar a una pieza más débil. Lo común es que el que pone el bloqueo se marche pitando para limpiar dicha región o se abra velozmente al triple para producir una primera duda en la custodia. Bruce Brown, siendo base de formación, pone el bloqueo para realizar una acción tradicional entre base y pívot, aportándole los matices de finalización mencionados. Su robusto ferrocarril preeminente provoca que las pantallas no sean mucho menos duras que si las pusiese un interior enorme.

El producido es que desde lo observado esta temporada, no cuesta imaginar a Brown en diversos papeles durante los años. Constantemente con su sabiduría espacial y aceptable capacidad defensiva por bandera. Hace una época Rob Mahoney apuntaba de manera acertada en The Ringer que las heridas de sus monumentales estrellas han empujado a Steve Nash a hacer probaturas a lo largo de todo el año. Al poco tiempo el propio técnico descubría que Bruce Brown fue la llave maestra de su ductilidad, al que definió como “una navaja suiza“.

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